La fast fashion niega nuestra individualidad. Las multinacionales del textil ofrecen precios bajísimos regateando en materias primas, derechos laborales y compromiso medioambiental. Pero también lo consiguen con una producción en enormes cantidades de prendas que nos acaban uniformando. Los diseños, repetidos una y otra vez, pierden significado. Y las personas perdemos la oportunidad de expresarnos …
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