Inercia Textil
Inercia Textil
“La moda rápida y barata es veneno para el planeta y
debe de ser sustituida por una moda lenta y circular”
Ursula von Der Leyen.
Julio 2021. Semana de la moda de Frankfurt.
A finales del 2021 tuvo lugar la cumbre climática de Glasgow, conocida como COP26. Esto significa que, sumando este encuentro, fue la vigesimosexta vez que los mandatarios mundiales se reunían con el claro objetivo de frenar el calentamiento global ocasionado por los gases de efecto invernadero y las imparables emisiones de CO2 y conseguir avanzar hacia un mundo descarbonizado y más ecológico. Veintiséis intentos y veintiséis fracasos porque lejos de frenar el problema y solucionarlo cada año ha ido a más. Los datos avalados por los científicos son concluyentes y la escalada hacia la temperatura de no retorno (1,5-2º) sigue su camino.
Este año, además, Rusia y China, dos de las potencias más contaminantes, declinaron su participación conocedoras de que esta vez la presión para llegar a un acuerdo sería más grande que nunca pues se nos acaba el tiempo. Estamos en un momento sumamente delicado que nos pone contra las cuerdas frente a las medidas necesarias para descarbonizar y enfriar nuestro planeta. Ahora o nunca.
Con este panorama, para más inri, uno de los sectores más conflictivos y contaminantes ni siquiera aparecía en la agenda de temas a tratar de esos días ¿adivinan cuál? Efectivamente: la industria textil, cuna del fast fashion y el low cost. Todo lo que se debatió sobre el tema fue fuera de la programación oficial.
¿Cómo se dice cuando en la cumbre climática más importante de todos los tiempos no aparece en su agenda la segunda industria más contaminante del planeta? ¿Engañifa? ¿Greenwashing? ¿Paripé? ¿Acojone?
Veneno para el planeta
Unos meses antes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen hacía unas declaraciones que no dejaron indiferente a nadie y que encabezan este artículo: “La moda rápida y barata es veneno para el planeta y debe de ser sustituida por una moda lenta y circular” Una llamada de atención que al parecer no se atrevieron a tomar en cuenta en Glasgow y en cierto sentido es comprensible. El sector de la moda es uno de los caballos de batalla más difíciles de abordar dentro de la lucha contra el cambio climático. La complejidad de la industria textil, el modelo de consumo fast fashion y low cost, una oferta desmedida de prendas, el consumo asociado al ocio, el residuo textil infinito y una estructura empresarial hipercompetitiva impiden encarar un cambio estructural desde la raíz de forma eficaz y rotunda.
Trabajo en un sector que inicia una transformación sin precedentes pero que a día de hoy actúa como la orquesta del Titanic, siguiendo a lo suyo como si tal cosa, maquillando acciones con el sello eco, pero a sabiendas de que el desastre ya no se puede ignorar. Parafraseando la canción de Massive Attack, la inercia nos arrastra. Una y otra vez se replican procedimientos que pueden ser muy competitivos desde el punto de vista empresarial pero completamente inútiles en la lucha contra el cambio climático. Esto es una evidencia y como dijo Einstein: si quieres resultados distintos no hagas siempre lo mismo.
Procedimientos que maquillan de sostenibilidad estrategias cuyo objetivo último siempre es el mismo: una cuenta de resultados cada vez mayor.
Señores, si realmente luchan contra el cambio climático esto va a suponer grandes renuncias y un giro radical a la manera de trabajar. Nadie dijo que fuera fácil pero ya es urgente y absolutamente necesario. Cuanto antes lo asimilemos antes revertiremos el proceso.
Constantemente en los medios veo anunciadas las propuestas sostenibles de grandes cadenas de moda. Sin ir más lejos, Moolberry, una red de tiendas multimarca sostenibles perteneciente a un grupo empresarial especializado en low cost y fast fashion alardea, con gran descaro, de poseer un sello a la sostenibilidad …really?? ..no lo sé, Rick, parece falso.
¿Es que nadie ve la tremenda contradicción que hay en estas propuestas?
¿A alguien le importa la verdad?
¿Alguien sabe qué significa la sostenibilidad?
Sin ejecución no hay cambio
Fernando Valladares, científico del CSIC y miembro de Hope! En pie por el planeta, en un estupendo artículo titulado Aceptación y Compromiso nos dice que los buenos propósitos sin un plan estratégico eficaz y sin ejecución, no sirven de nada. Sin ejecución no hay cambio.
No podemos culpar una y otra vez al consumidor de sus elecciones de compra cuando desde las altas instancias se permite una publicidad engañosa que confunde y desdibuja el termino y el objetivo final. Esto puede tranquilizar conciencias a ambos lados del comercio, pero causa un daño cada vez más irreversible. No frena la extracción de recursos ni las emisiones tóxicas.
La única manera de parar el calentamiento global es no consumiendo. (Macrotendencias, Josu Ugarte, 2021, pg. 23)
Ante la duda
Dejar de alimentar este modelo textil tan voraz está en manos de todos con cambios de hábitos tan sencillos como volver la mirada hacia lo que tienes más cerca: tu propio armario y la oferta local. Cuidar cada una de tus prendas para que duren en el tiempo, arreglándolas si es necesario, renovar solo aquellas que se necesiten y hacerlo de forma sostenible, local, ecológica.
Cuando dudes de la sostenibilidad en tu elección de compra solo tienes que mirar la etiqueta y ver su procedencia, pero más allá de eso observar en la tienda en la que estés la cantidad de oferta que hay de una misma prenda, cuántos colores, a qué precio, si te ofrecen un amplio muestrario muy barato, mala señal. La sostenibilidad es mesura. Y si buscas una prenda más especial ¿Por qué no recurrir a una diseñadora sostenible o a una modista? A priori puede parecer más caro pero la prenda que tendrás te durará toda la vida ¿no es eso ahorrar? y será ropa alineada con tus valores.
Mientras estos hábitos empiezan a formar parte de nuestras rutinas presionemos para que las estructuras empresariales, gubernamentales y legislativas pongan freno a un venenoso modelo de producción porque como diría la canción: Veneno que tú tomarás, veneno tomaba yo.
Paloma G. López, The Circular Project.